domingo, 30 de septiembre de 2007

CEMENTERIO "EL SAUCE"

Aproximadamente en el año 1920 había una hacienda que pertenecía a la familia Nicolini, era una familia de ricos hacendados que vivían a faldas de un cerro que formaría parte mas adelante del más grande distrito de Lima, San Juan de Lurigancho.
Éstos hacendados tenían peones, los cuales, al morir, eran enterrados a espaldas de la hacienda, y entre los años 1930 a 40 comenzó a haber una gran cantidad de entierros formándose así un cementerio informal, por lo que las personas que vivían allí (los que quedaron luego de la partida de la familia Nicolini) se agruparon y formaron una corporación, decidieron que allí debía formarse el cementerio al que llamarían “El Sauce”, proyecto que aún no está terminado ya que aun se encuentra en vías de regularización; esta zona aparte de ser un foco de comercio para muchas personas (por el cementerio) también es una zona arqueológica que está siendo investigada por diversas instituciones.

lunes, 24 de septiembre de 2007

CHANCHERÍA "EL PARAÍSO"


Este lugar es sin duda, como muchos otros en el Perú, el resultado del trabajo perenne de aquellos que deciden echar a andar el coche de la vida, haciendo frente a la adversidad, bregando contra una crisis económica agobiante y despiadada.



Siguiendo caminos rurales de un rocoso cerro, atravesando un cementerio desolado, luego un recóndito camino ascendente y caprichoso donde se ven cada vez más cerca las nubes, se abre un panorama impresionante a lo lejos, una nueva cadena de cerros se erige y atiborrados en sus faldas están los corrales: El Paraíso. Al acercarse a este lugar lo primero que llama la atención es el color negro que lo tiñe de manera general, esto debido a que gran parte de los muros que allí se construyen (sobre todo en la parte baja) no son hechos con cemento sino que se utiliza el excremento del animal lo cual, como es comprensible, abunda.



Los corrales no pertenecen a una sola persona, más bien a muchas; cada una posee entre dos y cinco corrales. Los dueños, y a su vez criadores, se encargan de todo lo que involucra la manutención y futura comercialización de sus cerdos; es decir, desde el armado de corrales hasta el cierre de negocios con algún cliente. Para estas personas no hay día de descanso; desde que aparecen los primeros rayos de luz se ocupan de la recolección de residuos alimenticios, continuando con la separación de raciones y en algunos casos, cocción de los mismos, para luego distribuirlos en sus respectivos corrales; estas actividades, entre otras, se llevan acabo hasta que la luz natural se desvanece.


Estos corrales se ubican en forma ascendente sobre un pequeño cerro, donde excavaron para formar una base plana por cada corral, algo muy parecido a los andenes serranos, en el interior de cada corral se puede calcular aproximadamente veinte centímetros de una masa obscura, mezcla de lodo y excretas, donde los animales reciben su preciado alimento (aunque algunos criadores utilizan una llanta cortada en sagital).


Observando el comportamiento de los puertos, y sin mucho esfuerzo, podríamos decir que viven conformes, que de otra manera serían infelices porque no lo negaríamos cuando, frente a nosotros, los vemos revolcándose una y otra vez, engullendo impetuosamente lo que les presentan sobre suelo, persiguiéndose entre ellos, peleando por una hembra (como es natural), procreando, en fin, todo lo que se pueda imaginar.